miércoles, 25 de julio de 2012

La mentalidad imperialista



No creo que sea necesario añadir nada a esta comparación:


-  “Creo que nuestro país es la mayor fuerza de bondad que el mundo haya conocido jamás y que nuestra influencia es más necesaria ahora que nunca”.

Mitt Romney (1947- ) Candidato del Partido Republicano a la presidencia de los EE.UU.
Fuente: El País

- " La Gran Bretaña es, después de la Providencia, la fuerza bienhechora más grande del mundo".

Lord Curzon (1859-1925) Virrey de la India
Fuente: José Luis Comellas: Los grandes imperios coloniales. Madrid, Ed. Rialp, 2001. Página 58.


sábado, 21 de julio de 2012

Democracia, dicen

La actual crisis está dejando al descubierto las mentiras sobre las que se asienta nuestra sociedad: democracia y libre mercado. Karl Marx ya expuso con la clarividencia que le caracterizaba que la ideología es una falsa conciencia, un conjunto de ideas y valores falsos que maquillan y justifican el dominio de los unos sobre los otros.

A la hora de la verdad, cuando las cosas van mal dadas, quedan patentes cuáles son las prioridades. Los sucesivos gobiernos de Zapatero y Rajoy se han centrado en evitar que quebraran diferentes entidades bancarias que habían seguido arriesgadas estrategias de negocio, empujadas, beneficiándose y generando la burbuja inmobiliaria que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos. Para evitar el colapso de esas entidades financieras, el Estado les ha estado aportando - y lo que te rondaré morena- ingentes sumas de dinero público.

Y como no hay pasta, se saca de todas partes, mostrando sin ningún asomo de dudas, las prioridades gubernamentales: subir el IVA y el IRPF -nada de subir impuestos al capital, desde luego-, recortar sueldos de los funcionarios, pensiones, prestación de desempleo, recortar servicios públicos, etcétera, etcétera. Por supuesto, eso no es suficiente y el Estado ha tenido que endeudarse muchísimo generando un enorme sinsentido: financiar el sistema financiero a un interés menor de la deuda que adquiere el Estado con el sistema financiero para financiarlo. Digno de otro Marx: Groucho y sus hermanos.

La democracia es el bello ideal del poder del pueblo. Pues bien, todo esto se ha hecho de espaldas al conjunto de los ciudadanos. No ya sin permitir escoger, sino sin explicar las consecuencias. Como si fuera totalmente inevitable. Pero, ¿lo es?

Por supuesto que es evitable. Y no sólo eso, sino que sería mucho más justo y consecuente. Absolutamente todos los españoles estamos pagando - y con especial virulencia los que menos han tenido que ver con el asunto- las malas decisiones empresariales de unas cuantas -muchas e importantes, es cierto- entidades privadas. La ideología -ya sabemos, la falsa conciencia- capitalista se fundamenta en el libre mercado competitivo en el que quien no es rentable, el que pierde pasta, quiebra. Eso es así para el Bar Pepe, la Inmobiliaria Timo's y tantísimos otros. Pero se ve que no, ni de coña, para Bankia o Catalunya Caixa. Me gustaría saber por qué no protestan enérgicamente el Banco Santander y La Caixa por semejante ayuda a su competencia. Se alega, con razón, de que el sector financiero es estratégico y de interés general para un país. Desde luego. Por eso mosquea que el regulador del sector, el Banco de España, y el poder ejecutivo y legislativo, es decir, PPSOE, hayan permitido tanto mal negocio. Y que se vayan todos los implicados de rositas, con suculentas indemnizaciones.

En resumidas cuentas, ni se respeta la voluntad de la mayoría ni las leyes del mercado. ¿Por qué tantas transgresiones subversivas del teórico orden imperante? ¿Qué pasaría realmente si se dejara quebrar a los bancos? Quizá lo acabemos viendo porque la situación no para de empeorar. No soy economista, craso error por mi parte, pero se me ocurre que la situación razonable hubiese sido que el Banco de España hubiese obligado a cerrar a los bancos antes de que no pudiesen garantizar los depósitos, es decir, las cuerntas corrientes de los clientes. Liquidar el negocio, la peña que invirtió en esos productos financieros tan lucrativos, planes de pensiones, plazos fijos y demás, pierden dinero, los directivos responsables se les exigen responsabilidades por su mal trabajo y se hacen los cambios legislativos necesarios para que no vuelva a pasar. Es decir, perdería mucho dinero mucha gente, sin duda, pero los que se han beneficiado del tinglado. El panorama económico español estaría chungo, por supuesto, pero no acierto a ver por qué este panorama sería peor que el actual. Agradecería que algún bondadoso economista me aclarase las consecuencias. Y sobre todo, no acierto a comprender por qué, ya que esto es una democracia, no se nos da a los ciudadanos españoles la posibilidad de escoger opciones tras una buena información.

Si las pasadas elecciones hubiesen sido legítimas, los partidos políticos nos hubiesen explicado el panorama y nos hubiesen ofrecido alternativas. Por un decir, PP rescate a la banca, PSOE que se hunda. Pero no, ambos nos ofrecen, con insignificantes matices, la misma receta. Hemos vuelto políticamente a finales del siglo XIX, a los tiempos de la Restauración, donde dos partidos, el liberal y el conservador, se intercambiaban el poder en ejercicios de caciquismo. Y la involución también va a ser social.

¿A qué se debe? A que todo es mentira. Democracia, libre mercado son sólo hermosas mentiras que velan la realidad: la lucha de clases o más bien el imperio de una clase sobre el resto: la capitalista. Y no, no es la que tiene los medios de producción, sino la que dispone de los medios de financiación. Es gracias a la lucha de clases que se logró el Estado de Bienestar, pero la clase trabajadora se acomodó, confió en partidos de traidores y gozó del consumismo desenfrenado. Y la clase media se dejó seducir con el señuelo de la rentabilidad de los productos financieros. Pero el verdadero beneficiado del sistema es el rentista, que apenas paga impuestos y al que, a pesar de haberse beneficiado de la burbuja inmobiliaria, no se le está haciendo pagar la crisis.

Pero aún nos consienten depositar nuestro voto cada cuatro años. No nos podemos permitir seguir dejándoles hacer. Los perjudicados por este statu quo, que somos la inmensa mayoría, tenemos que implicarnos con nuestro propio porvenir. Y no ejerciendo de súbditos que ruegan un poco de clemencia en manifestaciones más parecidas a procesiones rogativas para que llueva. Hay que aspirar a hacer cierto el bello ideal de la democracia, del poder del pueblo. Hay que ejercer de ciudadano y construir alternativas que verdaderamente nos representen a los que somos mayoría. Hay que cambiar el sistema, estableciendo verdaderos controles al sistema financiero, imponiendo una tributación justa y efectiva a la economía financiera y especulativa. Hay que estructurar el Estado para que sea una maquinaria pensada para la prestación de los servicios públicos. Hay que construir, en definitiva, partidos políticos realmente democráticos, que no sean el instrumento de unos cuantos vividores.

domingo, 15 de julio de 2012

La religión y el juego

Piénsese un momento en la gradación siguiente. El niño juega con una seriedad perfecta y, podemos decirlo con pleno derecho, santa. Pero juega y sabe que juega. El deportista juega también con apasionada seriedad, entregado totalmente y con el coraje del entusiasmo. Pero juega y sabe que juega. El actor se entrega a su representación, al papel que desempeña o juega. Sin embargo, "juega" y sabe que juega. El violinista siente una emoción sagrada, vive un mundo más allá y por encima del habitual y, sim embargo, sabe que está ejecutando o, como se dice en muchos idiomas, "jugando". El carácter lúdico puede ser propio de la actividad más sublime. ¿No podríamos seguir hasta la acción cultual y afirmar que el sacerdote sacrificador, al practicar su rito, sigue siendo un jugador? Si se admite para una sola religión, se admite para todas. Los conceptos de rito, magia, liturgia, sacramento y misterio entrarían, entonces, en el campo del concepto de "juego".

Johan Huizinga: Homo ludens. Madrid, Alianza Editorial, 2010. Pag. 33-34.

viernes, 13 de julio de 2012

¡REVOLUCIÓN!

Sociedad acomodaticia la nuestra. Formados como nunca, conocedores de innumerables ejemplos revolucionarios a través de la Historia, cargados de motivos e instrumentos para la Revolución y aún andamos con mentalidad de súbditos, rogando clemencia al poder. La democracia no reside únicamente en las instituciones, sino fundamentalmente en la actitud de los ciudadanos, ejerciendo su papel de miembros activos de una comunidad política.

Como rezaba cierta olvidada canción: Ni en dioses, reyes, ni tribunos está el supremo salvador. Nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor.

Se trata de construir un proyecto con un programa concreto, algo parecido a esto, con la intención de tomar el poder para aplicarlo. La Historia está cargada de ejemplos para inspirarse, aprendiendo de sus errores, por supuesto. Pero en teoría ahora no hace falta ocupar palacios de invierno.