martes, 13 de marzo de 2012

Las suspicacias con lo de Kony



Varios medios de comunicación se han hecho eco del éxito de la campaña de una ONG estadounidense de concienciación sobre los crímenes llevados a cabo por un paramilitar ugandés, de cara a que pueda ser detenido y juzgado por el Tribunal Penal Internacional (ese, por cierto, que no reconoce EE UU). Hasta aquí, nada llamativo. Lo realmente curioso es que los medios que yo he podido ver que lo han tratado (no muchos, El País y TVE), aparte de reseñar el éxito de difusión de la campaña, muestran un interesante consenso: no se ahorran las suspicacias sobre las formas y los valores que emanan del video, susceptibles de ser peligrosos antecedentes de la manipulación de masas. A pesar de que son 30 minutazos me lo he visto con más curiosidad por las suspicacias que levanta que por el valor del documento.

Ciertamente, es sensiblero, ñoño, maniqueo, efectista y demás atributos que le han dedicado los periodistas. Sin duda, esa es una de las claves de su éxito. Lo que no veo es el problema. Utiliza a la perfección los mecanismos del márketing para una causa que de hecho, los propios periodistas no critican. Utiliza las mismas herramientas que Movistar o el BBVA, pero esta vez sin fines, aparentemente, lucrativos. Son los mismos recursos sensibleros que utilizan los antiabortistas o los veganos. Quizá la diferencia radica en el éxito...

Soy también consciente de que el infierno está empedrado de buenas intenciones, del paternalismo con el tercer mundo, lo arbitrarias que pueden ser estas campañas y lo contraproducentes que pueden ser las intervenciones a lo Chuck Norris. Todo esto también se ha comentado, pero, ¿por qué no se hace esta atinada crítica a la pléyade de ONG que hacen lo propio? ¿Hasta que punto no hacen lo mismo Médicos sin Fronteras a los que se hace la pelota en el mismo programa de TVE en el que se comenta el asunto?

La hipótesis que me parece más plausible es posiblemente la más cruel. Todas estas suspicacias probablemente no son más que el desprecio que genera el temor al intrusismo profesional. Ante la crisis crónica de los medios de comunicación, se suma la competencia que representan las redes sociales, los memes, el márketing viral. En definitiva, es comprensible que los periodistas defiendan su monopolio de la difusión de la información. Por eso sueltan alguna insidia, todas ciertas, probablemente, pero todas generizadas y profusamente utilizadas por el propio periodismo. Y he de reconocer que han tenido resultado, me he visto el video con ciertas reservas, procurando evitar que me conmoviera, a pesar de que en algún momento ha estado a punto de conseguirlo. De todas formas, los periodistas no deberían ser tan inseguros, el video no pretende ser un documental, sino abiertamente un publireportaje. No es el caso del periodismo, ¿Verdad?