Federalismo
suena bien
En la
vorágine política en la que nos tienen sumidos en Cataluña el
independentismo gobernante en torno a lo que han llamado el
derecho a decidir, parece ser que se está fraguado cierta
reacción de izquierdas que se considera federalista y se aglutina en
torno a la idea de promover una estructura federal del Estado
Español. Resulta refrescante en la medida que ayuda a romper el
pensamiento único imperante en Cataluña pero, aunque cada vez son
más combativos con el independentismo, en realidad no deja de ser
una postura en gran medida vacua que insiste en incidir en la
cuestión territorial como eje central de la política en Cataluña,
a pesar de que la coyuntura que vivimos está muchísimo más
condicionada por el paro, la precarización laboral, la desigualdad y
los recortes en el estado de bienestar.
No es
que me oponga al federalismo ni mucho menos, la cuestión es que no
deja de ser una posición que fundamenta su atractivo en la
equidistancia entre el independentismo y cualquier postura –
hablemos claro - que parezca demasiado cercana al PP y que se juzga
por parte de estos federalistas como inmovilista si no tendente a la
recentralización estatal. Seamos francos, el actual gobierno del PP
se está mostrando muy involucionista en muchos campos, pero en lo
que se refiere a la estructura territorial del estado, todavía, no
ha hecho nada particularmente elocuente al respecto. Desde luego, las
comunidades autónomas han visto muy reducida su capacidad de acción
ante un límite de deuda que, no olvidemos, viene dictaminado desde
las instituciones europeas pero, vamos, el gobierno de Rajoy no ha
hecho como el de Putin en su momento, de reducir las federaciones de
Rusia a meras divisiones administrativas.
Así
pues, estos federalistas que se proponen construir una estructura
federal para el Estado Español, en realidad, no concretan para qué
es necesario ni en qué se concretaría este cambio, quizá sin tener
presente que la mayoría de estudiosos del tema engloban el Estado de
las Autonomías español dentro de las estructuras de estado de tipo
federal. Por supuesto, con esto no niego que son pertinentes reformas
que profundicen en la estructura federal del Estado de las
Autonomías, especialmente en lo que se refiere en los mecanismos de
cooperación, por ejemplo en la siempre pendiente reforma del Estado
o racionalización administrativa, eliminando redundancias o niveles
provinciales. Pero no nos engañemos, por muy oportunas que sean,
esto no dejan de ser reformas a lo que ya existe y no hace falta
ponerse pomposos con la elegante denominación de federalismo. En el
actual contexto político, de hecho, no deja de ser una cuestión
menor ante retos mucho más relevantes y críticos.
Insisto,
actualmente es infinitamente más relevante y urgente abordar
cuestiones como el paro, la precarización laboral, la desigualdad o
los recortes en el Estado de bienestar (habría más, desde luego,
transparencia, representatividad, división de poderes...) que están
siendo soslayadas por el inacabable debate territorial que llevan más
de 30 años empujando los nacionalistas. No tengo la menor duda que
lo verdaderamente revolucionario, lo verdaderamente de izquierdas,
sería romper totalmente con el esquema mental del nacionalismo en el
que la cuestión territorial tiene un papel preponderante y procurar
llevar al centro del debate político estas cuestiones que, de hecho,
son las que verdaderamente preocupan a la ciudadanía (y a la clase
trabajadora ya ni te cuento).