viernes, 12 de diciembre de 2008

¿Quién es la gente tan rara con la que vas?



La política se ha convertido en algo obsceno.

Ya lo constataron esos grandes filósofos postmodernos de Mamá Ladilla: la gente no lee. Eso puede resultar agotador, requiere tiempo, en cambio emitir juicios preconcebidos, normalmente consignas asimiladas subliminalmente (ya lo decía Goebbels, una mentira repetida mil veces se convierte en verdad), es mucho más cómodo, te evita pensar y, sobre todo, tranquiliza. Al mecanismo mental en cuestión los psicólogos han tenido a bien llamarlo hipótesis de consistencia. Con las dos o tres referencias pescadas de no se sabe donde, se construye un imagenio más firme sobre cualquier cosa que tras sesudos estudios.

Sobre C's se tiende a hacer grandes afirmaciones categóricas, normalmente para justificar los reparos: partido de derechas, nacionalista español o, incluso, su presidente es antipático. Mecanismos curiosos del subconsciente para justificar el rechazo. La simpatía por un personaje es siempre subjetiva, no cabe duda, pero en una escena política en la que pupulan tipos con tan poco encanto personal como Montilla, Mas, Rajoy, Llamazares y un largo etcétera, resulta, cuanto menos, llamativo. Ahora bien, lo realmente alarmante es que se juzgue un partido político por la empatía personal de sus dirigentes. A mí me cae bien Joan Ridao pero ni jarto vino votaría a ERC.

Lo realmente importante de un partido político, y nadie racionalmente lo discutirá, es el proyecto que defiende. En cuanto a los principios políticos de C's no me voy a molestar a decir nada. A sus documentos me remito. Lo que pasa es que no son los argumentos, los discursos, las propuestas (ya ni hablo de los programas electorales) lo que configura el universo político del votante medio. La ética es suplantada por la estética. Como dijo Gregorio Magno en la controversia iconoclasta, las imágenes son la biblia de los idiotas(idiota no tenía entonces las connotaciones de ahora, dicho sea de paso). Triste, pero te configura mucho más en la arena política una bandera, una consigna, una etiqueta, incluso unos adversarios que los principios y propuestas que elabores. Da igual que pretendas representar un espacio de centro-izquierda no nacionalista proponiendo un Estado garante de la libertad e igualdad de los individuos para la confeción del propio proyecto vital. Ya lo decía aquel otro gracioso, Albert Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.

La cuestión es que para militar en C's hay que tener mucha moral. Tiempos en los que militar en un partido político es algo indecoroso, reducto de amorales oportunistas, estar afiliado a un partido que no es trampolín para bien colocarse, que es un seguro de estigmatización social en una Cataluña en la que impera un nacionalismo totalitario, es algo más que ser un outsider o un idealista interesado en transformar la sociedad, es algo chocante, peculiar, temerario. Ya lo plasmó con diametral elocuencia el gran compositor Sabino Méndez en la tonadilla que hace las funciones de himno de C's: ¿quién es esa gente tan rara con la que vas? Lo decepcionante es que lo que defiende este partido es lo mismo que piensa una gran parte de la sociedad. Lo que pasa es que hay que tener mucho arrojo para osar decirlo. A mí, lo reconozco, me cuesta.

No hay comentarios: