martes, 22 de noviembre de 2011

La década perdida



El PSOE se ha llevado una ostia sonada, pero ante todo, merecidísima. El pueblo ha hecho justicia con este partido y a éste sólo le queda reflexionar y, ante todo, cambiar. Y mucho. Que aprendan la lección que desgraciadamente no aprendieron el año 2000.

Llegado a este punto, lanzo una advertencia: el próximo que me hable de la crisis de la socialdemocracia le doy una toña con la mano abierta. Yo me conformaría con que los supuestos partidos socialdemócratas hicieran una política socialdemócrata. Esto me lleva a otro planteamiento, no es crisis de la socialdemocracia, es la degradación de los partidos políticos, de la representación, en definitiva, de la democracia.

Efectivamente, el PSOE de la última degradante década, el de Zapatero, se ha caracterizado por la substitución del proyecto político por un populismo calculado, propio de una avezada agencia de publicidad. Esto, por supuesto, favorecido por un PP encantado de ejercer de antítesis del PSOE, para simplificar la complejidad conceptual de la democracia y reducirla a una lucha de titanes a muerte por ver cuál de los dos es menos malo. Ello aderezado por los nacionalistas que han aportado su matiz a la misma contienda vacía de contenido, pero llena de banderas. Izquierda, derecha, nación... Nunca se había vaciado tanto de contenido tantas palabras.

Así pues, la política española de la última década ha sido una tediosa y embrutecedora pérdida de tiempo. En política, diez años son muchos como para no avanzar. De aquellos polvos, los lodos que nos estamos tragando últimamente. El debate político ha estado protagonizado por chuminadas mientras se iba tirando de burbuja inmobiliaria. Por supuesto, la puesta en escena de las disputas por las chuminadas ha sido brillante, imprescindible para generar semejante crispación y tensión con paridas de semejante calibre y duración propia de culebrones de éxito.

Es imposible ser exhaustivo, porque ha sido una década prolífica en ejemplos de onanismo vacuo, posibles sólo cuando las vacas están gordas (¿alguien se acuerda del odioso España va bien? Todo es consecuencia suya). El trío de las Azores y sus inefables consecuencias (2003); el Plan Ibarretxe (2004) y el Estatut de Cataluña del 2006; los innumerables fuegos de artificio para sacar paquete izquierdista de Zapatero que al final se han quedado en mera palabrería cansina, como su falsa cruzada por el laicismo, los alardes de feminismo, la memoria histórica... Por no hablar del populismo de mercachifle de ir soltando pasta al populacho a diestro y siniestro: el cheque bebé, la deducción de los 400 euros, las ayudas de emancipación...

En fin, es que sobraba la pasta. La política de la década perdida ha sido exuberante en las formas, pero vacía en el contenido. Se trataba de ir tirando millas, mientras se iba exprimiendo la gallina de los huevos de oro. ¡Ay, la fábula de la hormiga y la cigarra! en toda esta vorágine autocomplaciente y en general pajillera, nos estabamos cavando nuestra propia tumba.

Ahora bien, hay que dejar muy clarito que la burbuja no sólo iba a estallar, sino que iba dejando en la cuneta a esa mayoría que no se beneficiaba de la situación: la desigualdad creció horrores, el poder adquisitivo de los currelas bajó, paletadas de jóvenes y -¡ay!- no tan jóvenes, infraocupados, el precio de la vivienda sencillamente inaccesible... Ahora, el crédito fluía que era un primor y todos iban tirando de él. En fin, un modelo de crecimiento coherente y consecuente con el PP pero inconcebible en un partido que se las da mínimamente de socialdemócrata. ¿Zapatero de izquierdas? ¡Ja! ¡Niego la mayor! Zapatero se limitó a seguir la política económica del PP, no cambió un ápice, aún al contrario, la profundizó, sin ir más lejos en política fiscal. Se limitó a bajar y retirar impuestos como buen populista, en vez de reformarlos para modernizarlos y garantizar su equidad y eficacia. Hoy en día el 85% de los ingresos del IRPF proviene de las rentas del trabajo, las del capital se han reducido a la mitad en tres años. ¡Bravo por ese partido socialista obrero!

Hoy la función ha acabado como finaliza un sueño. A estas alturas del cuento, todos, incluido Zapatero, nos hemos dado cuenta de que la cosa iba en serio. Espero que nos sirva a todos para madurar. ¿Será recordada esta década como los felices años 20? Ay, dios, no más referencias al crack del 29. Yo no la voy a recordar feliz, sino de excesos vacíos. Hoy ya le hemos dado su merecido al PSOE y a cambio le hemos concedido todo el poder (sin duda es un decir, nunca un presidente del gobierno tuvo tan poco poder real) a un señor del que no sabemos nada, salvo de su capacidad de no decir nada. Lo cual, después de la década que nos precede, hasta se agradece. Lo único que espero es que se ponga a lo importante y que sea lo que dios quiera, que tenemos para cuatro años.