viernes, 14 de diciembre de 2012

Lamentablemente

Resulta agotador el eterno debate lingüístico en Cataluña, fundamentablemente, por la total ausencia de interés por parte de los defensores del monolingüismo catalán de aportar el más mínimo atisbo de racionalidad. Ningún asomo de ponderado argumento, todo lo que se encuentra son consignas, victimismo, distorsiones y emotivas adhesiones inquebrantables.
Quizá algún lector esperará que lo ilustre con ejemplos. Pues allá voy. Se repite como mantra que la introducción del castellano como lengua también vehicular de la educación catalana atenta a la cohesión social en Cataluña. Semejante grandilocuente afirmación habría que argumentarla, porque para mí equivale a decir que si te masturbas te puedes quedar ciego. No se hace, se confía que de repetir mucho esta consigna se asuma como verdad. Se insiste en que se atenta contra el catalán, más allá de la personificación absurda que se tiende a hacer de una lengua, yo me veo incapaz de captar agresión alguna al hecho de que se proponga que se establezca que se use también otra lengua oficial como lengua vehicular en la enseñanza. Más bien veo lo contrario en la feroz negativa a que así sea. Es una distorsión maliciosa pretender hacer creer que se propone situar la lengua catalana como residual, puesto que seguiría siendo también vehicular. Y finalmente, se procura escenificar la unanimidad del pueblo catalán con multitud de manifestaciones que se pretenden identificar con la incuestionable voluntad popular catalana. Ya que hay tanta hambre de consultas populares, pueden empezar por la inmersión lingüística. Pero Duran Lleida no tuvo reparos en reconocer el quid de todo el asunto, con su lamento de que los niños hablen en castellano en el recreo. ¡La que se hubiese liado si hubiese sido Wert el que hubiese dicho una barbaridad así! Así pues, de lo que se trata es de erradicar el uso de la lengua castellana de Cataluña y, claro, eso es muy chungo de decir públicamente.
Y, a propósito de las consultas populares, toda esta oleada de indignación nacionalista me deja una sensación extraña. ¿Por qué se alteran tanto con un borrador de un proyecto de ley que vete a saber cuándo se va a aprobar? ¿No nos tienen prometida una consulta para lo más tardar el año 2015 sobre la tan deseada y necesitada independencia de la nación catalana? Entonces, para cuando se apruebe la ley de Wert, lo que tienen previsto es que seamos ya independientes. ¿O es que es un brindis al sol? ¿O es que cualquier ocasión es buena para marear la perdiz, ya se sabe, embolica que fa fort? Claro, siempre va bien apretar las filas y distraer la atención de las menudencias del gobierno del día a día, los recortes y esas cosas. Y, esto, por supuesto también le vale a Wert, encantado de ser el bombero pirómano de Rajoy que distrae la atención de la crisis. Al final de cuentas, nos están faltando al respeto, unos y otros, a los ciudadanos. No deberíamos permitir que se dediquen a manipular a la opinión pública en vez de dedicarse a legislar por el bien del interés general.

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