Parece ser que el paro ha bajado en unas 55.250 personas, lo cual, evidentemente, es una buena noticia. Imagino que el gobierno procurará capitalizar esa cifra para mejorar su imagen. Efectivamente, como no podía ser de otra manera, el Presidente no ha tardado en señalar que la razón de esta mejora está en las medidas puestas en marcha por el Gobierno, como las ayudas a la financiación, a la compra de coches y el fondo de inversión local para los ayuntamientos, que ha permitido a 16.367 obreros salir de las listas del sector de la construcción de los servicios públicos de empleo, una bajada del 2,3%. En total, este plan dotado con 8.000 millones para pequeñas obras ocupa ya a 391.146 personas.
Bien, entonces el gobierno reconoce que la cifra se debe a la inyección en inversión pública realizadas para paliar la tendencia. Al respecto nada que decir. Efectivamente, el sector público ha de moverse para dinamizar una economía contraída. Lo que me preocupa es que ese gasto se realice para potenciar el consumo de determinadas industrias maduras o en arreglar piscinas municipales y no para potenciar cambios estructurales en un modelo económico poco competitivo o incluso mejorar las limitaciones presupuestarias locales. Es decir, que no sea esto pan para hoy centrado en los sectores tradicionales -y de escaso valor añadido- de la economía española y hambre para mañana de esa nueva economía siempre tan cacareada y esperada, que nunca acaba de potenciarse. Y con los recursos públicos menguantes, es decir, perdiendo, nuevamente, oportunidades de modernizar la economía española.
Las crisis, no lo olvidemos, son periodos de cambio. En un principio, de sectores productivos agotados a otros nuevos que se pretende den mayor valor añadido. Es decir, que no se supere el lance con remiendos para ir tirando, como son habituales, por ejemplo, las limitaciones de las condiciones de los trabajadores.
Más importante, pues, es potenciar otras tendencias. Por ejemplo, la lamentable llevada a cabo por la juventud española, -inducida, sin duda, a ello- de tender al abandono escolar, al carecer de estímulo el estudio al ser abundante el empleo poco calificado. Parece ser que se está volviendo a las aulas. A ver si los españoles de una bendita vez tendemos a una economía basada en el conocimiento que nos permita gozar de empleos cualificados. A ver si abandonamos el desarrollismo del franquismo, que ya va siendo hora. Sinceramente, no las tengo todas conmigo.
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1 comentario:
'El milagro de Corbacho: convierte 195.000 parados en 55.000 ocupados'
"[...]Para que se hagan una idea de cuán enorme es dicho margen, solo decir que frente a 4.956.195 demandantes de empleo en junio, el paro registrado publicado ha sido de 3.564.889, es decir, 1,4 millones inferior a los demandantes de empleo. ¿Y qué demandantes se excluyen? Primero, aquéllos que, estando empleados, se inscriben para encontrar un trabajo mejor, en total, y en el mes que nos ocupa 899.301. No es que el nivel cultural de los españoles sea para tirar cohetes, pero ¿se imaginan ustedes. que puedan existir en éste país 900.000 descerebrados que crean que las Oficinas de Empleo, incapaces de encontrar un trabajo al 98% de las personas que lo necesitan de verdad, van a mejorar el empleo de alguien?
Le siguen aquellos desempleados con disponibilidades limitadas, 194.711; y finalmente los excluidos por mi paisano Caldera, denominados “otros no ocupados”, 297.294. ¿Y qué tenemos como diferencia en junio?, ¡oh casualidad, casualidad!, que los demandantes de empleo para mejorar han crecido en 70.000, eso es tener mas moral que el Alcoyano, los desempleados con disponibilidades limitadas en 11.000, y los del “efecto Caldera” en 32.000, todos han crecido menos el paro registrado “como se quería demostrar” que ha bajado. En total, 113.000 demandantes de empleo que Corbacho coloca donde le sale del gorro. [...]"
Roberto Centeno, Catedrático de Economía de la Escuela de Minas de la UPM
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