martes, 7 de julio de 2009

Viñetas, antisemitismo y estrategias de comunicación

Parece ser que esta viñeta de Romeu ha causado polémica. Sin ser particularmente original, el chiste ha dado pie para una nota de prensa para el American Jewish Committee y una carta al director del embajador de Israel en España, donde se acusa al humorista gráfico de caer en el antisemitismo, y de sobrepasar todos los límites permisibles afrentando al pueblo judío. Todo ello, por caer en el tópico.

Sí, bueno, ahora bien, antes de llegar a semejantes acusaciones grandilocuentes, estas personas tendrían que reconocer que el humor gráfico tiende al estereotipo como parte de su lenguaje y lejos de guiarse por ese registro ponderado que se le espera, sin ir más lejos, a un embajador, Romeu, como buen gracioso de periódico, en su estilo narrativo, precisamente, recurre a personajes recurrentes estereotipados para personificar un colectivo. Así, vemos a catalanes con barretina, vascos con txapela, etarras con pasamontañas, representantes del PP con chaqueta cruzada y socialistas en mangas de camisa en su universo iconográfico. No sé hasta qué punto ofenderá Romeu a estos colectivos con estos estereotipos, pero vamos, creo que todo el mundo sabe de qué va eso de las historietas. Es un debate viejo.

Lo interesante es la reacción. El embajador atribuía, ni más ni menos, al humorista la reproducción del imaginario nazi en el chiste. Un embajador israelí es consciente de la gravedad de la acusación. En esto la fundamenta: [en la viñeta en cuestión] el judío está fuera de la humanidad, conspiración internacional para controlar el mundo, dominio económico, avaricia... y, por supuesto, nariz ganchuda, levita negra y tirabuzones.

Todos podemos entender lo sensibilizados que pueden estar los judíos con el holocausto y es normal: 60 años de un exterminio sistemático que sensibiliza a cualquiera. Pero posiblemente un embajador de una República como la israelí tendría que tener especial cuidado de no dejarse llevar por las emociones hasta distorsionar la realidad, porque, ojo, el diplomático infiere que Romeu considera que los judíos están fuera de la humanidad (es decir, imagino, que no son humanos) porque se acusa al Estado Israelí de no respetar las leyes humanas (quizá Romeu es ambiguo, pero cualquier lector entiende que se refiere a los derechos humanos, que tienen su declaración que la ONU hace suya). ¿Exceso de sensibilidad, problemas idiomáticos? No sé. Lo más extraño es que ni más ni menos un embajador de la República de Israel confunda el Estado israelí con la gente judía, una de las quejas más habituales y justificadas al respecto.

¿conspiración internacional para controlar el mundo? ¿avaricia? Por más que le doy vueltas a la viñeta me veo incapaz de captar semejantes insinuaciones. ¿De dónde lo saca el señor embajador? ¿Tan imbuido tiene el estereotipo que lo lleva a su máxima expresión con sólo insinuarlo? ¿se tratará, pues, de una mera cuestión psicológica?

Nos encontramos, pues, ante una reacción exagerada por la reproducción de un estereotipo, que no es más que la representación gráfica de un interlocutor en una escenificación habitual del humorista en cuestión. Es decir, se crea polémica con lo anecdótico, no sé si explotando cierto victimismo. Pero lo verdaderamente interesante es que ni tan siquiera menciona el contenido del chiste. Un lingüista hablaría de la diferencia entre significado y significante o entre fonología y fonética. Es decir, se centran en el signo, tal vez para ocultar el sentido. ¿en definitiva, qué tiene el embajador de Israel en España que decir sobre la acusación de violación sistemática de su Estado del derecho internacional y de los derechos humanos y la forma de lograr esa impunidad? ¿nada? ¿estará, acaso, de acuerdo con esa acusación? ¿le parecerá legítima la opinión y tan solo le indignará el dibujo con nariz ganchuda, levita negra y tirabuzones? Puede ser. Pero no deja de ser curiosa la reacción armónica ante este chiste por parte del Estado de Israel y una organización como el American Jewish Committee cuando está precisamente en boga la influencia de lobbies judios en el apoyo y condescendencia estadounidense a la política israelí respecto al dichoso conflicto palestino, a lo que, de hecho, parece hacer alusión Romeu.

De esta forma la polémica parece menos inocente. Romeu hace una versión pop de un tema candente y los implicados reaccionan obviando el significado para centrarse en el significante y así señalar al autor con el estigma de la ideología nazi. Ciertamente, el conflicto palestino es muy cansino, pero una verdad, por mil veces que sea repetida, no deja de ser verdad. La crítica a la inaceptable política colonialista predominante en el Estado de Israel nada tiene que ver con el racismo ni mucho menos con el nazismo. Así que, más vale no seguir la máxima comunicativa goebbeliana de repetir una mentira mil veces para que se convierta en verdad tratando a la gente como idiota. Más bien tendrían que ir, en todo caso, al meollo explicando su postura sobre esta relación de la que verdaderamente se hace alusión en la viñeta de marras.

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