jueves, 29 de abril de 2010
Crisis, ¿Para quién?
Hoy hemos podido leer en la prensa que el Banco Santander ha ganado 2.215 millones en el primer trimestre de este año, un 5,7% más que el pasado. Apasionante, una crisis que empezó siendo financiera (empujando a un sector de la construcción inflado) , en la que el Estado destinó 50.000 millones de euros para que la banca dispusiera de liquidez para que ejerciera su función crediticia a las empresas y particulares y vemos como los beneficios bancarios siguen para adelante pero nada se sabe de los créditos. ¿El gobierno hará algo al respecto? Quiá.
martes, 20 de abril de 2010
El valor social de cubrirse la cabeza
Aparece de nuevo la polémica sobre el uso del velo, en este caso en un colegio público de Madrid que dispone en su reglamento que no se puede acudir a clase con la cabeza cubierta. En un principio esta norma estaba pensada para los pandilleros habituados a ir con gorras y el centro, aplicando el principio de igualdad, lo ha extendido a cualquiera, por ejemplo, una niña que se cubre la cabeza alegando motivos religiosos. Desde entonces, la niña no acude a clase y se ha creado un follón mediático y político. La controversia está servida desde hace tiempo y es verdaderamente compleja.
En una sociedad tan laica como la española de hoy (por extraño que resulte conociendo la historia de este país), la religión ha perdido la relevancia moral de antaño, convirtiéndose en una decisión más en el plano íntimo de la identidad de cada cual. Se nos antoja con el mismo valor que religar en cualquier otro colectivo, como por ejemplo, una pandilla. En un principio las normas están para todos. Por eso se nos puede antojar una osadía pretender saltarse el principio de igualdad por motivos religiosos y, en definitiva, una barbaridad anteponer la religión a la educación. Reconozco que comparto esta opinión. Pero si uno se lee la Constitución Española, en su artículo 16.3 se encuentra que si bien ninguna confesión tendrá carácter estatal, los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española. Posiblemente sea uno de los artículos menos afortunados de nuestra Constitución, especialmente por su ambigüedad.
Una sociedad, especialmente una plural y democrática como la nuestra, no tiene creencias religiosas, las tienen los individuos. Yo carezco de creencias religiosas, pero por lo que se ve, esa niña sí y tal y como aclara nuestros sendos DNI, ambos somos españoles. Por lo tanto, entra la duda, ¿los poderes públicos no han de tener en cuenta las creencias religiosas de esta parte de la sociedad y, por lo tanto, permitir que una niña se cubra la cabeza en un aula? O, por el contrario, ¿los poderes públicos han de tener en cuenta el creciente laicismo de la sociedad que lleva a no tener reconocido especial valor social la religiosidad, por lo que muchos colectivos se sentirían agraviados con determinados privilegios de fe?
Ignoro si hay jurisprudencia al respecto. Ciertamente, la ley orgánica de libertad religiosa de 1980 no dice nada sobre estas cuestiones y está por ver si la reforma de la ley prometida por parte del PSOE llega y entra en ello. Mientras tanto se les hace lidiar con tan espinoso asunto a los centros educativos, lo cual no forma parte de su responsabilidad. Este nuevo caso permitirá reabrir el debate, pero a costa de la educación y por lo visto salud de una niña y generando grandes dolores de cabeza en la dirección del centro que, por otro lado, tampoco se merece esta situación. En un centro público, que tiene un funcionamiento democrático, esta cuestión los interesados la tenían que haber llevado al Consejo Escolar para que se modificara el reglamento y no tratar de forzarla a través de hechos consumados.
En una sociedad tan laica como la española de hoy (por extraño que resulte conociendo la historia de este país), la religión ha perdido la relevancia moral de antaño, convirtiéndose en una decisión más en el plano íntimo de la identidad de cada cual. Se nos antoja con el mismo valor que religar en cualquier otro colectivo, como por ejemplo, una pandilla. En un principio las normas están para todos. Por eso se nos puede antojar una osadía pretender saltarse el principio de igualdad por motivos religiosos y, en definitiva, una barbaridad anteponer la religión a la educación. Reconozco que comparto esta opinión. Pero si uno se lee la Constitución Española, en su artículo 16.3 se encuentra que si bien ninguna confesión tendrá carácter estatal, los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española. Posiblemente sea uno de los artículos menos afortunados de nuestra Constitución, especialmente por su ambigüedad.
Una sociedad, especialmente una plural y democrática como la nuestra, no tiene creencias religiosas, las tienen los individuos. Yo carezco de creencias religiosas, pero por lo que se ve, esa niña sí y tal y como aclara nuestros sendos DNI, ambos somos españoles. Por lo tanto, entra la duda, ¿los poderes públicos no han de tener en cuenta las creencias religiosas de esta parte de la sociedad y, por lo tanto, permitir que una niña se cubra la cabeza en un aula? O, por el contrario, ¿los poderes públicos han de tener en cuenta el creciente laicismo de la sociedad que lleva a no tener reconocido especial valor social la religiosidad, por lo que muchos colectivos se sentirían agraviados con determinados privilegios de fe?
Ignoro si hay jurisprudencia al respecto. Ciertamente, la ley orgánica de libertad religiosa de 1980 no dice nada sobre estas cuestiones y está por ver si la reforma de la ley prometida por parte del PSOE llega y entra en ello. Mientras tanto se les hace lidiar con tan espinoso asunto a los centros educativos, lo cual no forma parte de su responsabilidad. Este nuevo caso permitirá reabrir el debate, pero a costa de la educación y por lo visto salud de una niña y generando grandes dolores de cabeza en la dirección del centro que, por otro lado, tampoco se merece esta situación. En un centro público, que tiene un funcionamiento democrático, esta cuestión los interesados la tenían que haber llevado al Consejo Escolar para que se modificara el reglamento y no tratar de forzarla a través de hechos consumados.
jueves, 15 de abril de 2010
El disputado voto del miedo al extranjero
El alcalde de Vic insiste en poner a los extranjeros en situación irregular de su población en el centro de la diana. Ahora se propone delatar (práctica que tristemente se está poniendo de moda por estos lares) a los que se les ocurra empadronarse en Vic. Da igual que la Delegación del Gobierno y diferentes juristas hayan advertido de su ilegalidad. El respeto a la legalidad, tristemente también, no está demasiado de moda en las instituciones catalanas. Da igual que sea una tendencia que puede llevar a la feudalización de las administraciones (con la de nostálgicos de la edad media que nos gobiernan, tan amantes de resucitar como un espectro instituciones medievales como las veguerías, es posible que muchos estén encantados con esta posibilidad), de lo que se trata es de asegurarse votos ante el riesgo que le supone a CiU el efecto seductor ante su propio electorado de los discursos de tinte xenófobo de Plataforma per Catalunya, que no en balde es la segunda fuerza en el consistorio vigitano.
Sin duda, la ley de extranjería en vigor es susceptible de mejoras, pero un ayuntamiento no puede ni tan siquiera coquetear con la idea de incumplir con la legalidad. Ciertamente, la inmigración irregular es un problema, especialmente, porque nutre una economía sumergida que ni cotiza ni paga impuestos, pero los verdaderamente beneficiados de esta situación son los empresarios que recurren a esta fuerza de trabajo y todavía no he visto a ningún partido de los que tan sensibilizados están con la inmigración ilegal denunciar esta situación. Ahora bien, con la situación de crisis económica que nos encontramos, regular los flujos de inmigración internacional no es, ni de lejos, uno de los principales retos que tiene ante sí nuestra sociedad. El verdadero efecto llamada de la inmigración es el trabajo, factor que, desgraciadamente, escasea en estos momentos, por lo que los indicios que disponen los especialistas es que los flujos de inmigración se han revertido.
Así que, el principal reto ante el que nos encontramos es el de conseguir que la economía vuelva a emprender el vuelo y los inmigrantes no son, ni de lejos, los responsables de esta situación, antes el contrario, han dinamizado muchos sectores productivos y representan una aportación fundamental en nuestra estructura de población que puede resultar vital para el mantenimiento de nuestro sistema de pensiones, cuestión que el PSOE no ha tardado en poner en el candelero al sugerir el retraso de la edad de jubilación. Así pues, agitar los miedos de la gente en tiempos de crisis con cuestiones tan sensibles como la inmigración es una injusticia, porque los extranjeros no tienen culpa alguna de lo que está sucediendo y una irresponsabilidad porque genera tensiones innecesarias y que además distraen de lo que tiene que ser el meollo de la vida política, que es la recuperación económica.
La mayoría de partidos ha entrado en esta carrera por el voto del miedo al inmigrante. Unos sumándose descaradamente, como el PP de Alicia Sánchez Camacho, que no ha tardado en animar a sus ediles a presentar mociones en el mismo sentido que el de Vic en todos los ayuntamientos y otros, como PSC y ERC, intentando mirar hacia otro lado, renunciando a hacer pedagogía o explicar su postura en el asunto, lo que proponen es un irresponsable pacto de silencio sobre estas cuestiones en campaña electoral, brindando ese campo abierto a las soflamas de Plataforma per Catalunya.
Sin duda, la ley de extranjería en vigor es susceptible de mejoras, pero un ayuntamiento no puede ni tan siquiera coquetear con la idea de incumplir con la legalidad. Ciertamente, la inmigración irregular es un problema, especialmente, porque nutre una economía sumergida que ni cotiza ni paga impuestos, pero los verdaderamente beneficiados de esta situación son los empresarios que recurren a esta fuerza de trabajo y todavía no he visto a ningún partido de los que tan sensibilizados están con la inmigración ilegal denunciar esta situación. Ahora bien, con la situación de crisis económica que nos encontramos, regular los flujos de inmigración internacional no es, ni de lejos, uno de los principales retos que tiene ante sí nuestra sociedad. El verdadero efecto llamada de la inmigración es el trabajo, factor que, desgraciadamente, escasea en estos momentos, por lo que los indicios que disponen los especialistas es que los flujos de inmigración se han revertido.
Así que, el principal reto ante el que nos encontramos es el de conseguir que la economía vuelva a emprender el vuelo y los inmigrantes no son, ni de lejos, los responsables de esta situación, antes el contrario, han dinamizado muchos sectores productivos y representan una aportación fundamental en nuestra estructura de población que puede resultar vital para el mantenimiento de nuestro sistema de pensiones, cuestión que el PSOE no ha tardado en poner en el candelero al sugerir el retraso de la edad de jubilación. Así pues, agitar los miedos de la gente en tiempos de crisis con cuestiones tan sensibles como la inmigración es una injusticia, porque los extranjeros no tienen culpa alguna de lo que está sucediendo y una irresponsabilidad porque genera tensiones innecesarias y que además distraen de lo que tiene que ser el meollo de la vida política, que es la recuperación económica.
La mayoría de partidos ha entrado en esta carrera por el voto del miedo al inmigrante. Unos sumándose descaradamente, como el PP de Alicia Sánchez Camacho, que no ha tardado en animar a sus ediles a presentar mociones en el mismo sentido que el de Vic en todos los ayuntamientos y otros, como PSC y ERC, intentando mirar hacia otro lado, renunciando a hacer pedagogía o explicar su postura en el asunto, lo que proponen es un irresponsable pacto de silencio sobre estas cuestiones en campaña electoral, brindando ese campo abierto a las soflamas de Plataforma per Catalunya.
viernes, 9 de abril de 2010
Relato íntimo y esperpéntico de la corrupción
Decir que en ocasiones la realidad supera la ficción es un topicazo, pero qué le vamos a hacer si es cierto. De hecho, hace que la realidad sea apasionante. Quién hubiese dicho hace diez años que un personaje como Barack Hussein Obama iba a llegar a ser presidente, ni más ni menos, de EE.UU. O bien, uno observa un personaje como Osama Bin Laden y da la sensación que nos encontramos ante un archienemigo de occidente sacado de las historietas de Tintín.
Ciertamente, Hergé era especialista en crear personajes estrafalarios pero a pesar de ser caricaturescos de vez en cuando la realidad parece inspirarse en ellos. Esto es lo que pienso cada vez que veo algo de la apasionante trama Gürtel. Cada vez que veo las correrías de personajes como El Bigotes -¡El Bigotes!-, Correa o Camps no tengo la impresión de encontrarme ante sórdidos y avezados estafadores sino caricaturas ideadas y dibujadas por Hergé para una historieta de Tintín sobre unos políticos corruptos de tebeo.
El juez ha tenido la gentileza de abrir al fin esta semana el esperadísimo y gigantesco sumario de la trama. Sin duda ha estado a la altura de las expectativas. Los medios nos han estado deleitando estos días con los detalles más suculentos como si de un folletín se tratara. La prolijidad y profundidad de los datos recopilados, especialmente a través de las escuchas, nos permite al común de los mortales acceder a un relato íntimo e insospechado de la corrupción.
Entiendo que en torno al PP se asentara una basta red que se beneficiara de comisiones ilegales y contratos amañados en distintos ámbitos de poder es algo que los españoles nos podíamos figurar con facilidad. Lo que yo no me imaginaba es que se tejiera emocionalmente a través de regalitos a toda la familia más o menos suntuosos, pero no especialmente inaccesibles para gente aparentemente de lo que se dice buena familia y sueldos holgadísimos, especialmente si los comparamos con el mileurismo generalizado. Corbatas de 115€, bufandas de 180€ o incluso un reloj de 2400€ parecen precios ridículos para cometer una ilegalidad o vender la dignidad y el honor. No sólo dan muestra de avaricia, indignidad e ilegalidad, sino de ingenuidad, frivolidad e infantilismo.
Da verdadera vergüenza ajena ver a todo un presidente de la Comunidad Valenciana llamar a El Bigotes "amiguito del alma" por el hecho de que le agasajara a él y su familia con regalitos que evidentemente esperaban ser correspondidos con tratos de favor infinitamente más onerosos. Resulta inconcebible que un número tan elevado de altos representantes políticos, que uno se imagina fríos y calculadores, se dejaran seducir de una forma tan miserable y burda. ¿Tan faltos de cariño están?
El PP ha perdido irremisiblemente la poca credibilidad que le podía llegar a quedar. Una red como ésta tan generalizada no sólo pone en evidencia su honradez y decencia, que de hecho otros casos de corrupción ya había puesto en tela de juicio, sino que retrata su falta de seriedad e incluso la inmadurez emocional de demasiados cargos importantes. Soy incapaz de entender cómo es posible que gente como Camps no haya dimitido de pura vergüenza y sofoco. Y por supuesto, resulta inadmisible la tibieza y el titubeo de la dirección del partido ante algo así. Bárcenas al fin se ha dado de baja del PP, pero no ha renunciado a su acta de senador. ¿Le dirán algo? Los millones de votantes del PP no han de consentir una humillación de este calibre.
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