viernes, 16 de julio de 2010

El dogma de los sentimientos

Palabra huera,
Solemne y torticera
Que excusa la tontería
O camufla la perfidia:

¡sentimiento!

Estado afectivo del ánimo producido
Por causas que lo impresionan vivamente:

¡vacío!

Convención fingida
De reconocido prestigio
Para aquellos que carecen de ideas:

¡manido!

Sopor exhibido impúdicamente
Que sólo interesa al sujeto
Como un acto onanista admitido:

¡sentimiento!

Sentimental que sólo sientes convenciones
Mecánicas emociones aprendidas
Asimiladas
Adquiridas
Quizá para sentirte más completo:

¡vacío!

Solemne disfraz, adoptado pijama
Confortable ficción altruista
Que excusa el más vil de los egoismos:

¡manido!

Mezquinos mediocres que reproducen
Sentimiento, Vacío, Manido,

¡Salve!

Yo os he reconocido.


El ser humano le gusta la fábula de que es un ser racional. Homo Sapiens decimos sin el más mínimo sofoco. Bien es cierto que tenemos la capacidad racional, otra cosa es que sea el motor fundamental de nuestros actos. Ojalá. Tendemos a ser irracionales, de eso viven los psicólogos, las emociones nos condicionan sobremanera.

En mi modesta opinión de antropólogo (para esto me saqué esta carrera, para opinar) lo que más caracteriza al ser humano es que es un ser social y, a través de ello, cultural (ay, la deformación profesional de antropólogo, que tiene como muletilla social y cultural). Con todo, aunque lo que más le caracterice al ser humano sea su sociabilidad, lo que más le singulariza y le ha permitido su éxito evolutivo es la capacidad cultural, entendida como la capacidad de adquirir nuevos comportamientos (luego aparece el fenómeno cultural de las tradiciones para intentar fijarlos, pero eso es otra historia).

Pero no nos desviemos, la cuestión es que dependemos totalmente de los demás salvo extrañísimas excepciones y tendemos a la mímesis. Aquí es donde quería llegar, a pesar de ser un manojo de emociones, éstas acostumbran a ser imposturas, tics adquiridos de los demás que consideramos radicalmente propias. Las emociones son, pues, una construcción cultural. Lógicamente, no me refiero a su componente endocrino, sino a la objetivación de la emoción. O puede que use mal las palabras y me refiera al sentimiento. Abusando de la definición de sentimiento de la RAE, éste es un estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente. La cuestión queda más clara, lo cultural son las causas que impresionan vivamente al ánimo.

Cuando una cuestión se nos fija en las emociones es muy difícil que podamos relativizar, se convierte en una verdadera demencia. Me gustaría investigar si esto se debe realmente a una construcción cultural que nos gastamos, forjada en el infausto romanticismo, que tiende a sobrevalorar los sentimientos como un valor supremo al que nos debemos. La otra hipótesis que barajo es que realmente las emociones sean una especie de pegamento cultural, que de una forma u otra nos fija a un determinado grupo. Es un gran tema para tesis, vive dios.

Un ejemplo de lo que hablo me es brindado suficientemente en este espacio.

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