La
táctica teatral de CiU
No hay duda, CiU
está con el agua al cuello. La última prueba es el akelarre
independentista que azuzó, un pelín más de lo habitual, el pasado
11 de septiembre. Fecha, por otro lado, dada para estas exhibiciones.
CiU es una organización que requiere de solemnes puestas en escena
porque su credibilidad siempre se ha basado en ello, en erigirse como
vanguardia de un destino manifiesto. Y la magnífica performance del
día 11 no era más que un acto de campaña electoral, el primer acto
de la próxima campaña electoral.
Por si alguien lo
había olvidado, hipnotizado con las coloridas imágenes del centro
de Barcelona del otro día, CiU se encuentra en una situación
delicada. Gobierna en Cataluña en minoría, aplicando drásticos
recortes con el apoyo – ni más ni menos- del PP, que generan un
considerable descontento popular – tendría que ser mayor- y que
encima se están mostrando inútiles. Quizá la profusión de
banderas independentistas nos haya hecho olvidar los
5.025 milloncetes de nada que la Generalitat de Catalunya pidió hace
unos días al Fondo de Liquidez Autonómica que aporta, caramba,
la Administración central -Madrit, para que nos entiendan los
manifestantes-. Urgentes, parece ser, para poder pagar las nóminas
del próximo mes. Cuestión que parecería razonable que
protagonizara la política catalana. Por no hablar de naderías como
las de los casos del Palau
o las
ITV de Oriol Pujol. Irrelevantes porque en este país de
bandoleros el robar se entiende como una muestra de inteligencia y
valor.
Todo esto ya da
igual. Porque el pueblo catalán se ha manifestado y sus oráculos
han interpretado que lo que le urge, lo que manda es la
independencia. ¡Qué grandes maestros en la puesta en escena estos
chicos de CiU! Artur irá el 20 de septiembre a verle las barbas a
Mariano para llevar a cabo el siguiente acto del dramón que nos
están interpretando: A escenificar que ha ido con toda la buena
intención del mundo a
negociar el pacto fiscal que le ha mandado el pueblo catalán.
Haciendo alardes de moderación, a proponer el pacto fiscal para
aplacar el hambre de independencia del pueblo catalán. Supongo que
hablarán de fútbol o del tiempo porque ambos saben que la propuesta
es irrealizable y realmente no hay la mínima intención de negociar
nada.
De lo que se trata
es que Artur vuelva de Madrit por el
sendero de las lágrimas, desconsolado, clamando, reafirmándose
en que no ens volen. Y ante la solemnidad del momento,
convocará elecciones anticipadas con el grito ¡o pacto fiscal o
independencia!, con la sana
intención de recuperar votantes suyos alicaídos con esas
eventualidades económicas y de paso llevarse unos cuantos más en la
escenificación del cierre de filas patriótico. A ver si con
un poco de suerte se consigue una cómoda mayoría absoluta con la
que ganar tiempo y vivir con menos sobresaltos. Y luego, ya se verá.
Que de lo que se trata es de asegurarse el poder y, con un poco de
suerte, quién sabe, sacar algún chanchullito interesante, quizá a
través de las estupendas oportunidades que pueda brindar el fastuoso
Barcelonaworld.
Lo que cuesta
verdaderamente entender es cómo puede ser que, de forma tan
mayoritaria, la gente se haya prestado a hacerle el trabajo sucio a
CiU. Por supuesto, lo primero que hay que relativizar son los
números de la manifestación. Sin duda es ilusorio llegar a creerse
el
millón y medio de manifestantes que da la organización.
Pongamos que la cosa está entre 300.000 y 600.000, que tampoco es
moco de pavo. Es decir, aproximadamente
la mitad de los votantes de CiU en las pasadas elecciones de 2010.
No está nada mal, como tampoco lo están los medios que ha dispuesto
CiU para la mani, tanto materiales
como
mediáticos. Durante días tanto los medios públicos como
privados de Cataluña nos estuvieron machacando con la manifestación
como nunca se hace con cualquier otra. Igualmente, un uso tan grosero
de la manifestación por parte de CiU no tendría que haber pasado
desapercibida por tanta gente. Dudo que el PP a estas alturas sea
capaz de movilizar en la castellana de Madrid tanta gente ahora mismo
aunque flete autocares para todos sus cargos políticos y familiares.
CiU cuenta con una
baza envidiable. Un ejército de reserva de acérrimos patriotas y la
práctica inexistencia de una oposición que le niegue mínimamente
la mayor. La vehemencia de unos y los complejos de otros hacen que
una mayoría calle u otorgue. Pero esto sigue sin explicar qué hace
que tanta gente se deje utilizar como salvavidas de CiU. Esto lo
dejaré para una próxima entrega: El inconfesable encanto delnacionalismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario