Esta cantinela la repito bastante a menudo y ahora la suelto a colación de un par de artículos aparecidos hoy en El País sobre la represión a homosexuales en África, en este caso, en sus extremos, Marruecos y Suráfrica. En este caso la represión, como es habitual, se hace en nombre de vulgaridades como tradición, los valores morales y doctrinales de nuestra sociedad, o el patriarcado. Para algunos, tal vez, legítimas manifestaciones culturales seculares, para mí, herramientas perversas de control social. La libertad del individuo puede que sea una mera construcción cultural como la moral y doctrina imperante en la sociedad, por poner un ejemplo, marroquí, pero, sin lugar a dudas, la juzgo como utilísima para la felicidad de la gente, en definitiva, para lo que ha de servir la cultura. La cuestión es que cada uno juzgue cuál es su camino a la felicidad y para que ése se pueda llevar a cabo, las cosas como son, parece bastante útil esa otra construcción cultural que venimos a llamar Estado. Lástima que el surafricano sea débil y no pueda llegar donde si llega el patriarcado o la ley del más bestia.
Por cierto, nuestro entrañable Carod-Rovira, viajero infatigable, sentenciaba recientemente, con esa delicadeza y sensibilidad que le caracteriza, cuando muere una lengua muere una visión del mundo. Con palabras como ungqingili, quizá nos da para pensar que tal vez hay visiones del mundo que merezca la pena que mueran, si es que nos tomamos en serio la ñoñería típica de filólogos a la violeta que se ha marcado el consejero de la vicepresidencia, porque, desde luego, las visiones del mundo las tienen las personas, no las lenguas, y no coinciden en función de la lengua que se use.
REPORTAJE
Violaciones y tiros para 'curar' lesbianas
Crecen las agresiones en Suráfrica un año después del asesinato de una futbolista
LALI CAMBRA - Ciudad del Cabo - 24/03/2009
La última víctima conocida se llama Sibongile Mphelo. 19 años. Violada, ejecutada a tiros y sus genitales mutilados. Un crimen cometido a 30 metros de la comisaría de Strand, cerca de Ciudad del Cabo. El año pasado, fue Eudy Simelane, 31 años. Su asesinato en Johannesburgo causó más revuelo porque era una de las Banyana Banyana, "las chicas", como se conoce a la selección femenina de fútbol. Eudy fue acuchillada y sus genitales, mutilados. Como ellas, Thokozane Qabe (23 años), muerta a balazos en Ladysmith, una población cerca de Durban, o Sizakele Sigasa y Salomé Masooa, agredidas sexualmente por un grupo de hombres y ejecutadas de un tiro en la nuca. Zoliswa Nkonyana (19 años) fue apedreada hasta la muerte en el gueto de Khayelitsha (Ciudad del Cabo). Todos los casos tienen aspectos en común: las víctimas eran lesbianas, y la mayoría de los asesinos están en libertad.
Se da la paradoja de que Suráfrica cuenta con una Constitución que prohíbe la discriminación por orientación sexual. Hace dos años legalizó el matrimonio gay. Pero se disfruta en el centro de las ciudades y, especialmente, por blancos. No sucede lo mismo si se es negro y se vive en un gueto.
Grupos de apoyo a homosexuales denuncian que la violencia contra las lesbianas crece, con un mayor número de mujeres que acuden a denunciar violaciones correctivas, cuyo objetivo es curarlas. "Estamos asistiendo a un retorno a la sociedad patriarcal", dice Vanessa Ludwig, directora de la ONG Triangle. "La violencia contra la mujer va en aumento en general, y contra las lesbianas en particular, porque ellas son un desafío a esa nueva masculinidad".
La mitad de las surafricanas serán violadas al menos una vez en su vida, según un informe de Action Aid. "Las violaciones son tantas que a veces no podemos distinguir si se cometen porque la víctima era lesbiana o porque era mujer y estaba ahí", dice Ludwig, cuya organización atiende a 10 lesbianas al mes. El estudio indica que sólo una de cada cinco violaciones denunciadas acaba en condena, y que de los 38 casos de lesbianas asesinadas desde 1998, sólo se ha castigado a un asesino.
"Necesitamos policía formada y sensible, rapidez en los juicios y políticos que se manifiesten contra la homofobia", dice Ludwig. Esto último es, tal vez, lo más complicado: el que previsiblemente será presidente de Suráfrica, Jacob Zuma, podría personalizar al nuevo patriarca. Polígamo, mujeriego, absuelto de violar a una mujer seropositiva -reconoció no haber usado condón y dijo que se duchó para prevenir la transmisión del VIH- y homófobo: en un discurso público aseguró que de joven "ningún ungqingili" (término despectivo zulú para homosexual) se le "pondría enfrente". "Lo tumbaría". Zuma pidió disculpas luego por el condón, por la ducha y por el discurso homofóbico. Pero parece difícil pensar que vaya a ser un elemento de integración de la comunidad gay y lesbiana en los guetos.
Marruecos anuncia el fin de toda tolerancia con la homosexualidad
El Ministerio del Interior amenaza a la prensa que hace "apología" de los gays
IGNACIO CEMBRERO - Madrid - 24/03/2009
"Nos hemos casado rezando la fatiha y ésta es nuestra historia de amor". El titular en rojo barre toda la portada de la revista Al Michaal, de Casablanca, en la que aparecen dos hombres con la cara tapada.
En las páginas interiores una pareja de homosexuales marroquíes narra su boda, que empieza como la de otras muchas de personas humildes en Marruecos, pronunciando la oración que precede la lectura del Corán. Aunque sean heterosexuales esas uniones carecen de valor legal, pero son muy comunes.
Pese a que Al Michaal apenas vende 6.000 ejemplares, esa portada ha hecho perder la paciencia a las autoridades marroquíes, a las que ya irritaban otros artículos. El semanario Tel Quel entrevistó, por ejemplo, a Samir Bargachi, un marroquí que desde España anima a Kifkif (De Igual a Igual), una asociación de apoyo a los gays de su país que nació tras la detención de 43 homosexuales que celebraban un cumpleaños, en Tetuán en 2004.
El Ministerio del Interior marroquí publicó, el pasado fin de semana, un comunicado en el que constata "que surgen voces, a través de los medios de comunicación, que intentan hacer la apología de comportamientos innobles que constituyen una provocación para la opinión pública nacional y no tienen en cuenta los valores morales y doctrinales de nuestra sociedad".
A continuación anuncia su "firme determinación a hacer frente, en el marco de las leyes en vigor, a todas las actuaciones contrarias a nuestros valores (...) religiosos o morales".
La homosexualidad está penada en Marruecos con entre seis meses y tres años de cárcel, pero los tribunales no suelen condenar por este "delito". La policía sí detiene periódicamente a gays con la aparente intención de amedrentarles. Este mes puso siete controles en el acceso a la popular romería de Sidi Ali Ben Hamdouch, cerca de Mequinez, para apresar a participantes con "aspecto homosexual", según denunció Kifkif. En total, detuvo a unos 25 a los que aparcó en una escuela mientras se celebraba la fiesta.
Mientras algunas publicaciones se muestran indulgentes con los gays marroquíes que intentan salir de la clandestinidad, el grueso de la prensa pide mano dura con los "pervertidos". Los más virulentos son los diarios At Tajdid, afín al islamista Partido de la Justicia y del Desarrollo, y Al Massae, el periódico de más difusión.
Injerencia española
El embajador de España en Rabat, Luis Planas, acabó incluso envuelto en la polémica después de que se fotografiase con el marroquí Bargachi y con Paco Ramírez, secretario de Colegas, una asociación española de gays y lesbianas. Ambos efectuaron hace un mes una gira por Marruecos "para tratar de hacer evolucionar las mentalidades", pero la reunión en la Embajada fue tachada por Al Massae de "inaceptable intromisión" española. "Injerencia española", tituló en portada el diario Le Soir, que pertenece a la misma empresa.
Bargachi, el coordinador de Kifkif, cree que Interior se ha visto empujado a sacar su comunicado por la campaña de estos diarios y la que se dispone a lanzar la formación islamista en vísperas de las elecciones municipales de principios de junio.
Pero Bargachi también "ve un lado positivo" en la nota difundida por Interior. "Leyéndola entre líneas deja claro que la lucha que anuncia contra esa supuesta deriva moral incumbe a los poderes públicos" y no a los espontáneos que están surgiendo.
Por delicada que resulte, la situación de los homosexuales en Marruecos es mejor que la que padecen en otros países árabes como Egipto, Arabia Saudí o Yemen.
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