martes, 3 de noviembre de 2009

Que alguien tire de la manta



Oasis catalán es una de las expresiones, que ahora suenan a fina ironía, que se utilizaban para referirse al extraño régimen que imperaba en Cataluña y que ahora, quién sabe, puede estar herido de muerte. Más que oasis era una balsa de aceite en la que la confrontación política entre los diferentes partidos era mínima y nada parecía moverse. Era tal la complicidad entre las diferentes fuerzas políticas que bien parecían el mismo partido, lo que un genio vino a bautizar como Partido Único Catalanista (PUC).

La confrontación política estaba reservada a una especie de genio maligno llamado Madrid, del que había que extraer competencias y recursos. Peix al cove, lo llamaba Jordi Pujol, padre y maestro de todo esto. A esta Madrid de la que hablamos se le atribuía todos los males que le puedan suceder a Cataluña, lo cual les permitía a nuestros amigos del PUC evitarse así la pesada carga de tener que preocuparse de hacer un buen gobierno. Las diferencias entre partidos, pues, se limitaban a las tácticas para extraer estas prebendas: CiU abogaba por la negociación, el psC explotaba sus contactos en Madrid y ERC se decantaba por la exigencia indignada. Esta dinámica la hemos visto muy recientemente con la negociación de la financiación autonómica. Ahora bien, una vez conseguida, se archivaba sin discutir cómo se destinaban los recursos y hasta la próxima estación.

Ahora bien, por el camino se han topado con la Agencia Tributaria, uno de los esbirros que todavía conserva la perversa de Madrid. Este lacayo del centralismo ha descubierto a Fèlix Millet, sumo pontífice de una de las instituciones fundamentales del catalanismo, el Palau de la Música Catalana, desviando recursos públicos y privados de la institución para fines particulares, bien para echar una mano a Àngel Colom, bien para irse de vacaciones. Todo, con la connivencia autonómica e implicando a tirios y troyanos. Ahora bien, al que más ha salpicado es a Convergència a través de su fundación Trias Fargas, la más beneficiada de la generosidad del señor Millet con el dinero ajeno.

Se conoce que Jordi Pujol, recordemos, el padre y maestro del invento, se ha puesto nervioso y ha advertido que está al corriente de muchos casos escabrosos y si tira de la manta puede perjudicar a todos (prendrem molt de mal, en el exquisito catalán del antiguo Molt Honorable). ¿A todos? Al ciudadano medio, perplejo, le asalta una sensación ya vivida, la generada por Pasqual Maragall aludiendo un 3% que, ante el estupor del adversario, retiró inmediatamente apelando a fines supremos. Efectivamente, a ambos próceres de la patria se les fue la lengua y desvelaron qué verdaderos intereses defienden. Los de la patria, evidentemente que no. Ya deberíamos todos saber que cuando alguien invoca a la patria, lo mejor es comprobar inmediatamente si aún conservas la cartera. Más bien defienden los intereses de una estructura de poder forjada en torno al autogobierno, utilizando reivindicaciones localistas para favorecer intereses económicos. Sin duda todos estaban implicados y cuando digo todos me refiero al PUC. Otra cosa hemos de tener clara, oasis catalán significa, ante todo, la ley del silencio.

Ironías del destino, dos días después de la advertencia de Jordi Pujol, otro esbirro de la perfidia de Madrid, la Audiencia Nacional, destapa un nuevo caso de toma el dinero y corre. El alcalde socialista de Santa Coloma de Gramenet, subordinados suyos, un antiguo diputado también del psC con mote de película de mafiosos y, finalmente, para acabarle de añadir morbo al asunto, dos antiguos altos cargos de Pujol, Macià Alavedra, ex-conseller de economía y Lluís Prenafeta, que fue secretario general de presidencia. Es imposible ilustrar de forma más diáfana hasta qué punto podían hacerse daño, o dicho de otra forma, hasta dónde puede llegar la complicidad de los miembros del PUC en su extraña red de poder.

Imagino que estos innegables patriotas estarán pensando aquello que dice que de fora vingueren que de casa ens tragueren. ¿Para esto querían el autogobierno? Sin duda, su provecho le han sacado. A mí me ha llamado la atención la reacción de los dirigentes de Convergència indignados por las imágenes de estos presuntos ladrones de cuello blanco esposados, algo que de hecho es habitual en estos casos. A mí, como imagino que a la mayoría de catalanes, lo que me resulta indignante no sólo es el abuso de las instituciones públicas para intereses privados, sino la exhibición de los líderes políticos de su conocimiento de la corrupción y su descarada forma de mirar para otro lado. Ciertamente, me alegro que, por fin, alguien tire de la manta.

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