Las autoridades nacionalistas afirman que no hay confrontación en la calle para justificar las medidas arbitrarias que se siguen en Cataluña con las lenguas. Por supuesto es un sofisma porque no tiene relación alguna y, efectivamente, la gente tiene preocupaciones más urgentes a las que dedicarse, de hecho, como nuestros legisladores, los cuales tras 30 años todavía no se cansan de darle vueltas al asunto.
Ciertamente, tendemos a intentar entendernos y entre el castellano y el catalán es fácil porque ambas son hijas del latín mal hablado. Ahora bien, de vez en cuando alguien cuenta una anécdota increíble que desmonta todo esto. Y es que nuestros legisladores incitan y legitiman comportamientos sencillamente gilipollas. Para muestra, este botón extraído del diario El País.
En Cataluña disponemos de un exclusivo organismo público que equívocamente se llama Consorci per a la Normalització Lingüística. Desde luego, eso es lo que les pedimos algunos a los legisladores, lo que pasa es que éstos confunden normalización con uniformidad. Y en esas están.
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