jueves, 18 de febrero de 2010

La identidad de cada uno

El otro día en la entrevista que le realizaron a Albert Rivera en 59 segundos uno de los inquisidores cuestionó con cierta sorna, según me pareció, la afirmación del presidente de C's de que en Cataluña había unos siete millones de identidades. Es algo a mi juicio evidente, ya que las identidades son múltiples y diversas, especialmente en una sociedad democrática.

El escepticismo lo manifestó, si mi memoria no me engaña, ni más ni menos que un historiador, lo cual demuestra que, por otro lado, como tal es mediocre. Si tomamos como ejemplo la edad media, el elemento fundamental que constituía la identidad en la Europa feudal era el formar parte de la cristiandad, pero no era el único con transcendencia. Era un factor determinante el estamento en el que uno estaba circunscrito y aún encontraremos otros menores como la orden religiosa para los miembros de ese estamento o factores geográficos y étnicos, como por ejemplo Guifré el Pilós o Borrell II que en este aspecto se consideraban godos. Lógicamente, son cuestiones que cualquier historiador que se precie ha de tener presente.

Pero volviendo a la actualidad, como decíamos, la identidad es cada vez más múltiple y diversa y no se limita a un mero apego al terruño. Afortunadamente, nuestros referentes son cada vez más amplios y en la configuración de nuestra personalidad la geografía cada vez nos condiciona menos, cada vez podemos construir nuestra identidad con menos determinismos. Muchos son los patrones en los que nos inscribimos. No participamos en bloques culturales homogéneos, estancos e ineludibles como pueden pretender aquellos que, sin ir más lejos, se llenan la boca hablando de la cultura catalana.

Cada vez hay más rasgos que confieren conciencia de formar parte de un colectivo específico y que tenemos la suerte de escoger en libertad. Los ejemplos, como decíamos, son diversos: que se lo digan a los homosexuales, heavies, trekkies, otakus, culés... Pero la cosa no se queda ahí, son elementos básicos la ideología política, la religión (y los que carecemos de ella), la profesión... Para mí, sin ir más lejos, es un elemento básico de mi identidad el ser historiador. Lógicamente no son excluyentes, cada cual va acumulando identidades en su acervo personal. Por eso la mayoría de catalanes asume con naturalidad ser tanto catalanes como españoles. No es excluyente. De hecho, aún se puede añadir el municipio, que se lo digan a un hospitalense e, incluso, el barrio. Las adscripciones pueden ser infinitas, las limita cada uno de los individuos. De ahí la obviedad de que en Cataluña hay siete millones de identidades.

De hecho, qué pobre personalidad la de aquél que limite su identidad a un único rasgo.

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