Fernando Savater ha realizado un buen artículo sobre la prohibición del velo integral. Ha dado en él con la clave del asunto: la libertad, precisamente, consiste en aceptar, consentir a los demás aquello que no nos gusta. El filósofo reclama, para el día que le dé por averiguarlo, fuentes antropológicas para conocer el significado del velo islámico. Como el Estado me ha dado licencia sobre las cuestiones antropológicas, me permitiré expresar mi postura al respecto para el que la quiera leer, incluso el mencionado filósofo, si llega su día.
A cualquier práctica cultural se le puede dar el significado que cada uno desee e incluso las hay socialmente muy arraigadas. A éstas se les tiende a identificar con culturas, cuando más bien se trata, en todo caso, de tradiciones. Es decir, hay interpretaciones tradicionalmente arraigadas, pero que como todo, pueden mutar. Lo que hay son sociedades en las que imperan determinadas interpretaciones sobre determinadas prácticas y en algunas de ellas éstas mutan con mayor facilidad.
Por ejemplo, en la nuestra ha arraigado (afortunadamente) muy rápidamente una nueva interpretación del sexo alejada de la tradicional establecida como mero mecanismo de reproducción. En un régimen plural de libertades como el que nos permite nuestra Constitución (habitualmente tan vilipendiada) cada cual sigue su camino vital al respecto tal y como le dicte su personal conciencia. La dignidad, pues, en nuestro régimen de libertades no la marca, o no la debería marcar, la costumbre, la tradición (como sucede en tantos otros países), sino lo que dicte la conciencia del interesado. Por supuesto, hay mucha gente que su concepción de la dignidad sigue los patrones establecidos por la tradición en la que ha recibido y, lógicamente, tiene el mismo derecho que los demás a su particular concepción de la dignidad.
Por lo tanto, en la polémica del velo integral el debate de la dignidad está fuera de lugar. Sin duda, alguien que porte un niqab le parecerá mucho más indigno un topless que su velo. Es algo totalmente subjetivo, independientemente del significado que cualquiera de las partes le quiera dar a las diferentes prendas. La cuestión reside, pues, en este caso en los límites a una prenda que no permite identificar a la persona que la porta. En un sistema legal que tanta importancia da a la seguridad, hasta el punto que no se permite llevar liquidos en un avión (¿nadie ha reclamado la dignidad del aseo corporal en los aviones?), parece lógico que se pretenda, cuanto menos, poder identificar a los individuos a través del rostro, el sistema más inmediato de identificación que disponemos los seres humanos, independientemente del significado que le confiera el interesado a su rostro cubierto. Y así, con todo, el límite a nuestra libertad es la libertad de los demás.
miércoles, 30 de junio de 2010
jueves, 24 de junio de 2010
La cura de la fe
Duran i Lleida ha generado cierta polémica por criticar en su blog personal que el deparatamento de sanidad investigue determinadas clínicas por ofrecer terapias de curación de la homosexualidad incluyendo el uso de psicofármacos sin que haya ninguna evidencia científica que demuestre que sea posible cambiar la orientación sexual, por lo que colectivos profesionales y la misma OMS, aparte de no considerar la homosexualidad enfermedad (por lo que no se puede hablar de cura) consideran estas prácticas mala praxis, la cual, poca broma, está tipificada en el derecho penal. Es lógico, un facultativo no puede juguetear con nuestro cuerpo metiéndonos fármacos gratuitamente sin haber evidencias científicas que apoyen esas prácticas. Con toda lógica, se le puede caer el pelo o, mejor dicho, la licencia para ejercer.
Quizá la polémica generada por el post del insigne diputado sea excesiva, pero hay que reconocer que Duran juega a la confusión o habla desde un desconocimiento que podía haber enmendado leyendo bien los periódicos. Me atrevo a recomendarle a su señoría la lectura de este reportaje para su información, porque lo que viene a decir el dipuado es una distorsión, ignoro si ineteresada. Permítanme resaltar un párrafo de su confuso post (para ser el diputado más valorado no escribe demasiado bien, la verdad):
Jo mai he dit que l’homosexualitat sigui una malaltia, però em sorprèn que, quan una persona -després d’anys d’estar casada i amb fills- arriba a la conclusió que en realitat és homosexual i vol assolir aquesta tendència i considera que necessita ajuda, la seva demanda és atesa i el fet de “sortir de l’armari” és celebrat. Però en el cas invers, aquesta persona no ho pot fer si acudeix voluntàriament a demanar assistència mèdica i,en canvi, la Generalitat pretén que els metges psiquiatres la puguin atendre.
Desde luego hay que negarle la mayor a Duran, ¿Que no puede pedir asistencia médica alguien que no quiera salir del armario? Me permito aclararle que un buen psiquiatra le ayudará sin problemas a la ansiedad, depresión, etcétera que le pueda generar a cualquier persona su sexualidad, independientemente de la decisión que haya adoptado respecto a su esposa e hijos, pero no le inchará a medicamentos para que deje de ver atractivas a las personas de su mismo sexo.
El dirigente democristiano debería ser más comprensivo con las realidades ajenas que, como es el caso, entran tanto en la identidad de la gente. Me pregunto qué opinaría si se descubriere que existen psiquiatras que medican para dejar de creer en dios o, incluso, sentirse miembro de una nacionalidad concreta. Apuesto que no sería tan condescendiente con tales prácticas.
Quizá la polémica generada por el post del insigne diputado sea excesiva, pero hay que reconocer que Duran juega a la confusión o habla desde un desconocimiento que podía haber enmendado leyendo bien los periódicos. Me atrevo a recomendarle a su señoría la lectura de este reportaje para su información, porque lo que viene a decir el dipuado es una distorsión, ignoro si ineteresada. Permítanme resaltar un párrafo de su confuso post (para ser el diputado más valorado no escribe demasiado bien, la verdad):
Jo mai he dit que l’homosexualitat sigui una malaltia, però em sorprèn que, quan una persona -després d’anys d’estar casada i amb fills- arriba a la conclusió que en realitat és homosexual i vol assolir aquesta tendència i considera que necessita ajuda, la seva demanda és atesa i el fet de “sortir de l’armari” és celebrat. Però en el cas invers, aquesta persona no ho pot fer si acudeix voluntàriament a demanar assistència mèdica i,en canvi, la Generalitat pretén que els metges psiquiatres la puguin atendre.
Desde luego hay que negarle la mayor a Duran, ¿Que no puede pedir asistencia médica alguien que no quiera salir del armario? Me permito aclararle que un buen psiquiatra le ayudará sin problemas a la ansiedad, depresión, etcétera que le pueda generar a cualquier persona su sexualidad, independientemente de la decisión que haya adoptado respecto a su esposa e hijos, pero no le inchará a medicamentos para que deje de ver atractivas a las personas de su mismo sexo.
El dirigente democristiano debería ser más comprensivo con las realidades ajenas que, como es el caso, entran tanto en la identidad de la gente. Me pregunto qué opinaría si se descubriere que existen psiquiatras que medican para dejar de creer en dios o, incluso, sentirse miembro de una nacionalidad concreta. Apuesto que no sería tan condescendiente con tales prácticas.
miércoles, 23 de junio de 2010
Crítica que debe ser consecuente
Impecable artículo de Antonio Gutiérrez, el que fuera secretario general de CCOO y que ahora ejerce de diputado en el grupo parlamentario del PSOE. Critica con la dureza merecida la reforma laboral que nos tiene preparada el gobierno por, aparte de cuestión de justicia, por su inoportunidad e incoherencia con el objetivo de potenciar un empleo más estable, una economía más productiva, más sostenible, en el lenguaje postmoderno al que nos tienen acostumbrados.
Ahora, me pregunto yo, ¿tendrá la dignidad el señor Gutiérrez de dimitir ante su incapacidad de influir en la política laboral del PSOE? En mi humilde opinión debería hacerlo, así como votar en contra de la reforma.
Ahora, me pregunto yo, ¿tendrá la dignidad el señor Gutiérrez de dimitir ante su incapacidad de influir en la política laboral del PSOE? En mi humilde opinión debería hacerlo, así como votar en contra de la reforma.
viernes, 18 de junio de 2010
Contra el peligro de cualquier fanático
Hay una tendencia a la adscripción casi futbolística en lo que se refiere al tedioso conflicto árabe-israelí. Qué le vamos a hacer, los seres humanos, en nuestra estupidez, tendemos al maniqueísmo, nos gusta tomar partido. Los que toman partido por Israel acostumbran a considerarlo "uno de los nuestros", una democracia laica (de corte europeo que se decía antaño) asediada por el fanatismo religioso musulmán. Puede resultar comprensible la fobia al fanatismo islámico que nos gastamos después de los onces de septiembre y de marzo (suena al mismo fatalismo del clásico idus de marzo), pero no conviene dejar de advertir otros fanatismos, incluso religiosos.
Sin ir más lejos el judío que cada vez condiciona con más empeño esa democracia (como, de hecho, no lo olvidemos, lo es/era la Autoridad Nacional Palestina) con la que algunos les gusta comparar la nuestra. En el diario El País nos lo ilustran (aquí y aquí) de forma elocuente. Fanáticos religiosos que no reconocen el Estado y éste, en un alarde de estupidez inconmensurable les premia eximiéndoles del servicio militar, el pago de impuestos, mientras les concede el control de las conversiones al judaismo y, por supuesto, el condicionamiento de su política exterior para satisfacer sus demenciales ansias de expansión. Luego se extrañan de que cada vez haya más. El triunfo del fanatismo acostumbra a ser culpa de la dejación de las personas normales. Más les vale a los israelíes normales tomar cartas en el asunto, porque su principal peligro puede estar al otro lado de la alambrada.
Sin ir más lejos el judío que cada vez condiciona con más empeño esa democracia (como, de hecho, no lo olvidemos, lo es/era la Autoridad Nacional Palestina) con la que algunos les gusta comparar la nuestra. En el diario El País nos lo ilustran (aquí y aquí) de forma elocuente. Fanáticos religiosos que no reconocen el Estado y éste, en un alarde de estupidez inconmensurable les premia eximiéndoles del servicio militar, el pago de impuestos, mientras les concede el control de las conversiones al judaismo y, por supuesto, el condicionamiento de su política exterior para satisfacer sus demenciales ansias de expansión. Luego se extrañan de que cada vez haya más. El triunfo del fanatismo acostumbra a ser culpa de la dejación de las personas normales. Más les vale a los israelíes normales tomar cartas en el asunto, porque su principal peligro puede estar al otro lado de la alambrada.
viernes, 11 de junio de 2010
Primeros esbozos de la nueva Bolivia multicultural
Parece que poco a poco el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, autonómico y descentralizado, independiente, soberano, democrático e intercultural de Bolivia se va constituyendo. El desarrollo de semejante Estado es especialmente interesante ya que es díficil de imaginar en mi cabeza labrada en términos políticos occidentales la articulación de semejante sistema jurídico tan plagado de paradojas, tan amante del oxímoron, tan cargado de lirismo culteranista, como comenté en su día. Ciertamente resulta sorprendente, ininteligible, paradójico que un partido con un nombre como Movimiento Al Socialismo (MAS), tan cargado de futuro, haya impulsado una Constitución tan celosa de tradiciones y de desigualdad, algo tan poco socialista.
Uno de los elementos más inauditos de esta Constitución es el parcelamiento étnico -racial, racista- del sistema judicial. La justicia no es igual para todos sino que depende de la adscripción cultural no tengo muy claro de quién. Por un lado está el sistema judicial de inspiración liberal y por el otro el tradicional de cada comunidad cultural. El diario El País ha tenido la gentileza de ilustrarnos algunos ejemplos de la práctica de esa justicia supuestamente milenaria. Especialmente la práctica del linchamiento. Insisto, es sorprendente. Desigualdad, tradicionalismo, brutalidad son prácticas que a alguien que se considere socialista le han de repugnar. Menos en Bolivia. No me cansaré de repetir que los bolivianos son muy libres de decidir su sistema político pero que se tendrán que atener a sus resultados. Es decir, sarna con gusto no pica.
Ahora, los que, como yo, no ven con buenos ojos la aplicación tradicionalista de la sharia con sus prácticas brutales como la lapidación deberían hacerse una configuración de lo que están haciendo en Bolivia. Imagino que los juristas estarán un tanto indignados con la equiparación de su disciplina, impartida en facultades que amparándose en la razón busca la excelencia con prácticas fundamentadas en la costumbre y por ello legitimadas.
Todo esto es producto de la mala digestión del erróneo planteamiento del multiculturalismo, esto es, dividir el mundo en estructuras culturales cerradas e imperturbables, producido por la peor cara de la antropología (que podríamos personalizar en el inefable físico alemán Franz Boas). La cultura es mutable por definición, es una de sus principales características, si no la que más. Sino, entraríamos en el campo de la genética. La cultura es una, universal, la cultura humana, la capacidad cultural del ser humano. Cada práctica es un elemento adaptativo en constante y a veces imperceptible cambio que debe ser juzgado por su utilidad por parte del usuario y no por su origen venerable. Tiene que ser defendido, pues, desde la lógica y no desde la mera costumbre. El multiculturalismo, en definitiva, es la última excusa del tradicionalismo y es sorprendente que suela ser esgrimido por aquellos que pretenden ser progresistas.
Uno de los elementos más inauditos de esta Constitución es el parcelamiento étnico -racial, racista- del sistema judicial. La justicia no es igual para todos sino que depende de la adscripción cultural no tengo muy claro de quién. Por un lado está el sistema judicial de inspiración liberal y por el otro el tradicional de cada comunidad cultural. El diario El País ha tenido la gentileza de ilustrarnos algunos ejemplos de la práctica de esa justicia supuestamente milenaria. Especialmente la práctica del linchamiento. Insisto, es sorprendente. Desigualdad, tradicionalismo, brutalidad son prácticas que a alguien que se considere socialista le han de repugnar. Menos en Bolivia. No me cansaré de repetir que los bolivianos son muy libres de decidir su sistema político pero que se tendrán que atener a sus resultados. Es decir, sarna con gusto no pica.
Ahora, los que, como yo, no ven con buenos ojos la aplicación tradicionalista de la sharia con sus prácticas brutales como la lapidación deberían hacerse una configuración de lo que están haciendo en Bolivia. Imagino que los juristas estarán un tanto indignados con la equiparación de su disciplina, impartida en facultades que amparándose en la razón busca la excelencia con prácticas fundamentadas en la costumbre y por ello legitimadas.
Todo esto es producto de la mala digestión del erróneo planteamiento del multiculturalismo, esto es, dividir el mundo en estructuras culturales cerradas e imperturbables, producido por la peor cara de la antropología (que podríamos personalizar en el inefable físico alemán Franz Boas). La cultura es mutable por definición, es una de sus principales características, si no la que más. Sino, entraríamos en el campo de la genética. La cultura es una, universal, la cultura humana, la capacidad cultural del ser humano. Cada práctica es un elemento adaptativo en constante y a veces imperceptible cambio que debe ser juzgado por su utilidad por parte del usuario y no por su origen venerable. Tiene que ser defendido, pues, desde la lógica y no desde la mera costumbre. El multiculturalismo, en definitiva, es la última excusa del tradicionalismo y es sorprendente que suela ser esgrimido por aquellos que pretenden ser progresistas.
miércoles, 9 de junio de 2010
Ni con la iglesia topan
Hoy podemos leer un artículo de opinión en el diario El País de elocuente título "¿Hasta cuando el nacionalcatolicismo?". Es de muy recomendada lectura. Expone la traición del inane gobierno de Zapatero a las expectativas generadas en su política religiosa, potenciadas, duda cabe, por la actitud beligerante de la iglesia católica. Conscientes de la debilidad manifiesta por el Presidente del Gobierno, todo apunta que la mencionada iglesia podrá continuar gozando de los privilegios que, como expone el autor, heredó del franquismo. Es difícil imaginar un gobierno más inconsistente que el que tenemos.
viernes, 4 de junio de 2010
Apología de Boxer
George Orwell es uno de mis autores favoritos, aunque su mensaje está cargado de un nihilismo político que, por otro lado, le da una legitimidad ética superior al ser un intelectual de izquierdas que tuvo la dignidad de denunciar en un momento especialmente delicado, el fraude de las dictaduras que pretenden legitimarse con unos valores que, de hecho, no respetan. Sus obras son, pues, desgarradoras porque están planteadas desde un vivido sentimiento de traición de unos ideales que nos sumen al nihilismo y la soledad.
Sin duda, el personaje más trágico creado por Orwell es el de Boxer, caballo comprometido y esforzado hasta la extenuación, que trabajó a destajo confiando en una causa que a pesar de su voluntarismo y sacrificio no se estaba respetando por quienes la dirigían, los cuales sólo se aprovechaban de él mientras les fuese útil y no dudarían en acabar despreciándolo cuando dejase de serlo. Es sin lugar a dudas un símbolo trágico, especialmente porque como todos los buenos símbolos, refleja brillantemente una realidad particularmente triste.
Debo aclarar que la película de dibujos animados no está a la altura del texto de Orwell, especialmente porque no respeta el argumento de Animal Farm.
No dejen de leer a Orwell, debería ser de lectura obligada en todos los institutos.
Sin duda, el personaje más trágico creado por Orwell es el de Boxer, caballo comprometido y esforzado hasta la extenuación, que trabajó a destajo confiando en una causa que a pesar de su voluntarismo y sacrificio no se estaba respetando por quienes la dirigían, los cuales sólo se aprovechaban de él mientras les fuese útil y no dudarían en acabar despreciándolo cuando dejase de serlo. Es sin lugar a dudas un símbolo trágico, especialmente porque como todos los buenos símbolos, refleja brillantemente una realidad particularmente triste.
Debo aclarar que la película de dibujos animados no está a la altura del texto de Orwell, especialmente porque no respeta el argumento de Animal Farm.
No dejen de leer a Orwell, debería ser de lectura obligada en todos los institutos.
jueves, 3 de junio de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)