¡Albricias! Por fin he recibido las ayudas al alquiler del ministerio de vivienda. Y sólo un año y cuatro meses después de haber realizado la solicitud. Lo más irónico del asunto es que me las han ingresado justo cuando he dejado de vivir en ese piso. Bien, ahora de golpe me llegan unos novecientos euretes de la ayuda. Bienvenidos son, sin duda, pero como que de ayuda al alquiler no me ha servido de mucho. Desde luego, si los hubiese necesitado para hacer frente al alquiler, me hubiese comido los mocos a cucharadas.
Para ser más exactos, a la coña, en vez de llamarla ayuda al alquiler, la podían haber llamado compensación por el alquiler. No sabría decir si es muy útil, pero me permitirá, a costa del contribuyente, pegarme unas buenas vacaciones, abastecerme bien de drogas por una temporada o hacerme alguna operación de cirujía estética. En definitiva, el asunto más que ayudar al acceso a la vivienda, ya que los avales exagerados, las fianzas abusivas y demás siguen fustigando a los incautos que buscamos un rincón donde vivir, parece pretender impulsar el consumo, posiblemente el único camino que se le ocurre a las lumbreras del PSOE. En esa linea se ha centrado, prácticamente en exclusividad, la política que ellos pretenden social. Ahí está la devolución de 400€ del IRPF (de la que se ya se han cansado), el cheque bebé o lo del alquiler. Sencillamente iniciativas muy facilitas de hacer y deshacer a costa de no potenciar las estructuras del estado de bienestar. Realmente es mucho más efectivo y justo impulsar guarderías de acceso universal y gratuito, un mercado del alquiler no abusivo, o desarrollar razonablemente la ley de dependencia, pero mucho más complicado, caro y difícil de eliminar cuando van mal dadas. Y, qué coño, mola prometer pasta a la peña, aunque sea de un populismo cutre, porque, total, de lo que se trata es ganar elecciones.
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